jueves, 12 de noviembre de 2009

El infinito se pinta de verde


Inagotable sed y apetito insaciable por los horizontes que se vislumbran a mi paso.

Reencuentro con un alma que parece gemela. Ávida de esos aires que cruzan su cerrada y oscura cabellera que pinta ya, los caminos conocidos.


Fría mañana. Cálida semblanza. Aventura por vivir compartida con gran expectación. Hoy te encuentro a mi lado cual fiel cómplice. Tiempo perdido, tiempo ganado. A mi lado estas.


El aire huele a libertad. Libertad que siento a tu lado. Libertad que golpea mi rostro al llegar al punto final y no hay fin ante mis ojos extasiados de libertad. Horizontes sin fin se pintan entre los dos.


Llega el día. Un día despejado y que se antoja ya invernal. El aire seco y frío me revuelve entre las sábanas; espero su llegada para comenzar el viaje. Desayunamos una plática cadenciosa entre mil temas. Los labios se unen y se separan sin cesar. Cuántas charlas así he de anhelar con la paz que me da tu voz.


Los caminos son sinuosos. Al fin llegamos. Mi mirada se alza. Un reto hemos de vencer. Comenzamos jubilosos la subida al Tepozteco. Una fiesta de color verde se pinta al paso. Un espectáculo de formas nos da la bienvenida y es la antesala de un evento muy particular.


La respiración se entrecorta; las piernas flaquean; una bolsa de aire llena mi estómago y mis ojos se colman de vida, mientras se planean otras tantas aventuras.


Ahí va mi Sherpa… Ahí va.

Se vislumbra por fin, el fin, pero, ¿no todo fin es inicio? Sí, sólo tuvimos que pagar $37.00 pesos y presentar una credencial de estudiante para entrar al infinito.


Pinos, órganos, encinos, colorines nos rodean, nos cobijan de este infinito de 2000 metros sobre el nivel de mar; 600 metros sobre el Valle de Tepoztlán que recorremos con gozo y que representa una de tantas cimas que habremos de conocer. Espero encontrar en mi camino al venado, a los cuervos, al tlacuache, pero no. A mi lado está mi Lobo Estepario, quien fija la mirada en los valles, las barrancas, los halcones… el infinito.


El viento helado y las fuertes ráfagas de viento nos invitan a buscar el cobijo del alimento terrenal y así, encontramos un vaso de pulque, una salsa molcajeteada y un ítacate con maíz mortajado, digno platillo de dioses.


El cielo comienza a teñirse. No es fin, es el comienzo.
NOTA EDITADA: Este relato esta dedicado a un amigo, que estuvo y se fue, que fue guía profesional y personal. Gracias amigo por enseñarme que la vida esta llena de errores y aciertos; que los errores son los que hacen crecer y en el infinito me ayudaste a comprenderlos, a aceptar que el amor no se condiciona o se reglamenta, es porque es y se siente porque se siente (prr)

2 comentarios:

  1. Amiga que bueno que tuviste oportunidad de ir a este enigmático lugar. Yo estuve en las faldas del Izta, ahí se encuentra la Cascada de los diamantes. Tras un recorrido de 3 hrs. sobre el cauce de un río de agua cristalina, llegas a una hermosa caida de agua de 40 mts. en medio de un paisaje cerrado de árboles llenos de vida y en donde casi no existe la presencia humana y puedes estar en contacto solo contigo misma y la naturaleza. Ahí, donde sólo puedes sentir alegría por este maravilloso regalo que es la vida y el gran amor que debe tenernos aquel que nos creó (quien quiera que sea)para regalarnos lugares tan hermosos.
    Te mando un saludo y que bueno que volviste a escribir, ya extrañaba leerte.

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias por tus palabras, tus recomendaciones y más por tu amistad.
    Te quiero musho

    ResponderEliminar