¿Qué haremos hoy?... wuuuuuuaaaaaauuuu.
Domingo y desperté como los ángeles… ¡en la gloria!
Pensé en dormir, soñar, dormir, comer, dormir, comer y dormir y, soñar, pero… pero el deber es el deber y dos rollos me esperaban… eheheheheh, no, esos no! Los fríjoles han brillado por su ausencia, eran dos rollos fotográficos y un día de película.
Domingo de lavadero y pulcata.
Primero, lo primero, bueno, no entraré en detalles, vamos a lo segundo. Una escala en el cajero. Madres, no han depositado. Que poca. Ni modo, como dice mi santa madre: “un día como ricos y otro como bueyes”; domingo y tocó aguantarme los antojitos y yo con tantas ganas de unas ‘che ‘kekas.
Chale, el tufo me pegó, pero lo mejor del día estaba por llegar.
-Ora dónde vamos- dijimos en coro… jajaja, que chido. Todos estábamos sincronizados. Me auguró un gran día.
-Pues a la pulcata, ¿no?- dijo mi buen Chucho.
-¡Pues va!- dijimos.
En el camino no pude evitar el flashback.
Cuántas aventuras vividas. Cuántas historias por contar. Qué no hemos pasado juntos… trabajo, triunfos, fracasos, esfuerzos, sacrificios, desveladas, desmadrugadas, mentadas, lágrimas, consuelos y desconsuelos, soledades, creación de asociaciones “gazzymaníacas”, alcoholizaciones mayores y menores, risas, amores, desamores, antros, tugurios, viajes y más viajes, avionazos, colas de huracán, carreteras infinitas, no ma…. un chingo de cosas… y ahora… Tantos años juntos y ayer redescubrí a alguien genial: Chucho, mi amigo, mi brother, mi master, mi cómplice. Que chido eres.
América, Siggi, Chucho y yo llegamos al lugar propuesto: NOMÁS NO LLORES -y si nomás junto y qué, así es la ortografía del buen mexicano o no? -. Hasta el nombre lo tiene bonito.
-Bienvenidos. De avena, ¿verdad?- dijo Don José.
-Sí, ¿a ver quién quiere de avena?- preguntó Siggi.
Ni tarde ni perezosa, vi el menú y levante la voz para pedir uno “de-ajo”.
-¿Blanco? Ese es “de-ajo”- aseguraron Siggi y Chucho.
-Sí, blanco- afirme y sentí chido cuando Don José dijo “esta si es mujer y sabe”, jajaja.
Pueden decirme naca, pelusa, pero… no hay nada mejor en este mundo que el tequila, el mezcal y por supuesto, el PULQUE. Aunque no le hago el feo a la champagne, ay, si esa también tiene su encanto… bueno, bueno, a lo que llegamos.
Dos de avena, uno de melón… a chinga el blanco esta raro, como buena catadora yo digo que estaba fermentando y rebajado con agua, lo hacen más baboso y con un ligero sabor más fuerte, llegando a lo ácido. Optó por uno de guayaba. Bien. Bien, lo mejor era el trato del dueño, Don José y a chinga, cómo se llama el “vato”.
Le contamos a Don José que estábamos ahí para hacerle un fotoreportaje, se emocionó y nos dio carta blanca, no esa no, no checaba con los pulques, aunque el “vato” que se nos pegó -chale su vieja lo abandonó y sorprendentemente a sus 23 años, lo único que le duele es que la vieja tiene tres meses de embarazada y él teme no conocer a su primogénito-, se estaba pegando la tercera caguama, se antojaba, pero no era propicio estábamos “trabajando”, no podíamos exponernos a un cruce de cables.
América tomó vuelo –al día siguiente, revelamos, si quedaron geniales sus fotos–. La poca gente que llegó se la rifó con nosotras; disimulando, pero hasta nos posaron, mientras Siggi daba consejos al “vato”, quien ahogaba las lágrimas en largos tragos de cebada y mi buen Chucho nos cuidaba y daba consejos fotográficos, no por nada es de los mejores en foto deportiva.
-Yo falto- Nos dijo Don José y en la entrada la clásica foto del “pancho con sus dos viejas”.
-Ahora dónde vamos- preguntaron los hombres, bueno los chicos que nos cuidaban, jejeje.
-A Xochi, me falta medio rollo. Se me ocurrió otro enfoque para el fotoreportaje.
Olores, sabores y colores. Lo reconozco, como nuestros mercados no hay dos en todo el mundo.
Recorrimos el mercado entre estas maravillas de Dios. Podría contarles un buen de sensaciones que vivimos, pero eso se los debo, porque lo mejor está por venir.
Y de ahí a la comida en casa de Siggi. Menú: Fideo seco receta especial de Siggi; Cochinita Pibil que preparó por primera vez Chucho y vino tinto que invitó América, yo… yo por supuesto pique la cebolla, como a mí me gusta, finita, finita, es mi especialidad, jajajaja… mmmmmmmmmmm una verdadera delicia la comida tenido de fondo musical a Michael Blube.
Comida deliciosa y buen ambiente el que se armó entre el “Ariel” de Siggi por la edición de Rojo Amanecer y su colección de calaveras.
El calor no sé si por el vino y por el bochorno que se sentía en el sur de la ciudad y la idea loca de cómo sería vivir en un cuarto de azotea, rayo en la siguiente escena. La escena final.
La idea de Amé, nos sacó del confortable apartamento y nos llevó a la zona vip: Los lavaderos.
Los lavaderos de aquel edificio amarillo ocre, aquellos lavaderos roídos por el tiempo, roídos por el uso continuo, al fondo una fotografía espectacular del paisaje escondido. Los verdes montes y en primer plano la cúpula de la Iglesia de Tepepan. El cielo despejado y sin más ni más, la poesía nos llevó a acomodarnos en aquellas viejas pilas…
Qué foto, una foto de recuerdo.
Siggi, Chucho, Amé y Vane acurrucados cada cual en su lavadero.
Así, el día, la tarde valió por aquella tranquilidad y buen reposo que nos dieron los lavaderos.
Quién diría que además de ser un instrumentos para la limpieza, podrían darnos el cierre perfecto de un día de pulcata, sabores y olores.